LA GRINGA DEL CERRO CHILCO
Dentro de los pobladores de la
provincia de Pacasmayo, es conocido, sobre todo a los choferes y viajeros, las
diferentes versiones sobre la tan publicitada aparición de una mujer joven de
tez blanca, de cabellera sumamente rubia, y una silueta sencillamente
escultural, que aparecería en la penumbra de la noche en el sector denominado Cerro Chilco, ubicado en el kilómetro 665 de la Panamericana, y que
fácilmente se puede pasar por ahí si se realiza un viaje con dirección al sur
como encaminándose a la ciudad de Trujillo.
Hay diversidad de narraciones,
sobre esta enigmática mujer, unas bastante antiguas pero que, han sido objeto
de constantes actualizaciones.
Dentro de las personas de
avanzada edad siempre han comentado que la mayoría de accidentes de tránsito
con las secuelas de muerte, que se producen desde tiempos inmemoriales a la
altura del Cerro Chilco, se debían, en gran parte, a la aparición y acciones
espantadizas que origina esta misteriosa mujer que se le conoce comúnmente como
la “gringa del Cerro Chilco”, y que según muchos, continua en actividad.
Desde niña yo siempre
escuchaba que al pasar por el cerro chilco en la carretera Panamericana a
muchos choferes se les presentaba “la gringa” casi al filo de la pista,
extendiendo su mano en señal de querer hacer parar a algún carro para que la
lleven, es decir, tratar de que le “den un aventón”. Y lo que siempre se
comentaba, era que mayormente hacia su aparición cuando los hombres del volante
pasaban solos y distraídos, y al parecer tenía un mayor interés en los choferes
de tráileres.
Uno de los relatos más conocidos, es aquel del chofer
de un tráiler, quien desconocía los
misterios de la zona y que en uno de esos tantos viajes que realizaban, fue
objeto de una experiencia bien desagradable.
Él, estaba de regreso de
Salaverry e iba con dirección a la sierra Cajamarquina. Su viaje era de lo más
normal posible. Por lo avanzado de la noche y con la finalidad de adelantar un
buen tramo hasta su destino, decidió parar en Paiján para ingerir sus alimentos
de la cena. Después de ello, decidió continuar ya sin detenerse hasta su
destino.. Al acercarse ya al Cerro Chilco divisó a una joven mujer rubia, que
en la berma de la pista le alzaba la mano con la finalidad que se detenga.
Dice que inmediatamente se le
vinieron mil ideas y fantasías, hecho que lo llevo a detenerse en ese sitio,
con el propósito de hacerla subir. La mujer subió, al tiempo que él sintió un
pequeño escalofrío, pero pensó que era por el eminente frío de la noche. Luego
trató de iniciar una conversación, pero ya casi llegaban a Pacasmayo y la mujer
no le daba mucha importancia, lo único que ella le conversaba era sobre cosas y
casos tenebrosos del más allá. Así llegaron al puerto, pero en un determinado
momento le dijo que se bajaba a la salida de Pacasmayo casi pasando donde, en
una subida que da justo frente al cementerio, le insistió “aquí bajo, aquí
bajo”.
Él todo caballeroso y
enamorador le pidió que por lo menos le dé su dirección donde vivía para luego
visitarla, a lo que ella asistió, y para tener forma y algo porque llegar, le
prestó su casaca, diciéndole que tratara de cubrirse por el intenso frío, y que
a su regreso iría a su casa a recogerla. Ella se colocó la casaca y cruzó
rápidamente la pista, ante las frases de elogio y piropos que le enviaba el
enamorador chofer.
Ya de regreso por Pacasmayo,
como no se sacaba de su mente a esa rubia mujer, con la dirección en la mano
fue en busca de esa ilusión femenina. Dio con la dirección indicada, tocó la
puerta, y después de unos minutos salió una señora mayor que lo atendió
cortésmente. Él le preguntó por su hija, diciéndole que le había prestado su
casaca y venia por ella. La señora lo quedó mirando y le dijo: “señor, usted
creo que se ha equivocado, no tengo ninguna hija, la única hija que tuve
falleció hace un mes en un accidente de tránsito”. Él asombrado, seguía
insistiendo: “no señora anteanoche la traje en un tráiler de la salida de San
Pedro”. La señora con mucha pena le hizo una invitación realmente cruel: “si no
me cree, vamos en estos momentos al cementerio y le voy a señalar el lugar
donde ha sido enterrada”.
Ambos se encaminaron hasta el cementerio,
acercándose a uno de los pabellones la señora le indicó: “Allí está su cuerpo,
allí figura su nombre y la fecha que ha sido enterrada”. Pero para desconcierto
de ambos, en el nicho, en, estaba colgada la casaca del chofer.
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